Suele decirse que no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos. Vaya, entonces, esta nota sobre los pies para no caer en este extremo y atenderlos como corresponde, que es atendernos a nosotros mismos.
Pensemos un poco: sostienen nuestro cuerpo, permiten nuestro movimiento y la posición erguida sin perder el equilibrio. El genial y multifacético Leonardo da Vinci (artista del Renacimiento y estudioso del cuerpo humano) decía que los pies eran “las piezas más perfectas de la ingeniería”. Sin embargo no los tenemos en cuenta: usamos zapatos inadecuados, medias apretadas, las uñas están cortadas irregularmente, los hacemos transpirar. En otras palabras: tenemos una actitud bastante ingrata. Para revertirla vayamos por partes.
Es muy común confundir estos términos, ya que no significan lo mismo. Una cosa es el fondo y otra, la forma. Así, podemos decir que la pedicura es a la belleza lo que la podología es a la salud. Esto no significa que la Estética y la Medicina no puedan caminar hacia el mismo objetivo, el bienestar de los pies, pero sí que hay que distinguir.
La especialidad de Podología, que requiere tres años de estudio en la Facultad de Medicina, se ocupa del diagnóstico, tratamiento y prevención de las deformaciones de los pies. En una palabra, de su salud.
En cambio la pedicura se ocupa, básicamente, de la belleza de los pies. Es importante que tanto el podólogo/a como la pedicura/o utilicen instrumentos esterilizados o descartables a fin de evitar contagios de cualquier tipo. Además, al acabar la consulta con cada paciente se deben desinfectar suelo y mobiliario con un spray bactericida que evite el desarrollo de hongos y bacterias en los intersticios de las superficies.
Veamos ahora, las complicaciones más comunes que sufren los pies:
El dedo gordo del pie es el que más trabaja y el que soporta la mayor parte del peso del cuerpo. El juanete (mala colocación o crecimiento excesivo del hueso próximo a la articulación donde empieza ese dedo) constituye uno de los problemas más frecuentes de esta zona. Además de provocar dolor, cambia la forma del pie, lo que dificulta cada vez más encontrar zapatos adecuados. Puede tener origen hereditario o estar causado por una mala mecánica de esta parte del cuerpo. Otros factores que suelen agravarlo son la artritis, un fuerte golpe o el uso de calzado inapropiado.
¿Cómo tratarlo? Es imprescindible consultar con un especialista. Los tratamientos más habituales son: el acolchado y vendado del juanete. Por lo general, es el primer paso en un plan de tratamiento, que reduce el dolor y permite al paciente llevar una vida normal y activa. Las vendas ayudan a mantener el pie en una posición normal, reduciendo la presión y el dolor. También se recetan antiinflamatorios e inyecciones de cortisona para aliviar el dolor agudo y la hinchazón. Otra terapia habitual es la fisioterapia, que alivia la inflamación y el dolor. La ortopedia, por su parte, cuenta con plantillas para el calzado que pueden ser útiles para controlar la funcionalidad del pie reduciendo los síntomas y evitando el empeoramiento de la deformidad. Sin embargo, hay que acudir a la cirugía para resolver definitivamente el problema.
Afortunadamente la cirugía ha avanzado muchísimo desde aquellas tradicionales operaciones a cirugía abierta. Hoy existe una técnica innovadora -la Cirugía Percutánea- que permite intervenir el hueso realizando sólo dos pequeñas incisiones de tres milímetros a través de los cuales se trabaja. La anestesia es local, se realizan las pequeñas incisiones en la piel que requerirán luego un sólo punto de sutura. Se anestesia para dejar sin sensibilidad el primer eje del pie y para terminar se dan dos puntos de sutura en la piel, uno en cada incisión. Y como las correcciones óseas se han practicado en el interior de la cápsula articular, y esta cápsula sólo ha sufrido incisiones mínimas que no han afectado su estructura, el conjunto queda estable.